Filiación. En griego, la palabra ‘huiothesian’ significa ‘el lugar de un hijo’. Se traduce al español como “filiación” o “adopción”. La filiación es un privilegio que se les da a los cristianos, porque están justificados y están en el lugar de Cristo ante Dios. La filiación no es lo mismo que entrar en la familia de Dios. Debido al uso moderno de la palabra ‘adopción’, muchos creyentes han perdido el sentido original de filiación. Como vemos en Gálatas 4: 1-7, el niño se convierte en un hijo, lo que demuestra que la filiación tiene que ver con un estado o relación especial en la familia. Entramos en la familia de Dios por un nuevo nacimiento, y esto nos convierte en hijos de Dios. Pero la adopción nos da un nuevo estatus dentro de la familia. Para un ejemplo de adopción judía, vea Génesis 48: 5, donde Jacob tomó a los hijos de José como propios. Efraín y Manasés eran nietos de Jacob, pero él los elevó a la categoría de sus tíos; “como Rubén y Simeón, serán míos”. La filiación es la mayor bendición que tenemos como individuos en relación con el Padre … no hay lugar más alto que el lugar del Hijo de Dios, ¡y Él nos ha dado “el lugar del Hijo”!

 

Las características de la filiación. Los hijos disfrutan de relaciones e inteligencia especiales; “Por cuanto sois hijos, Dios envió el Espíritu de su Hijo a vuestros corazones, clamando: Abba, Padre” (Gal 4: 6). Tenemos un “espíritu” o actitud de alguien que es un hijo de Dios. ¡Estamos en el mismo lugar del amado Hijo de Dios! Este “espíritu” nos hace clamar ” Abba ” (arameo para papá) que es un grito de intimidad, y ” Padre ” que es un grito de inteligencia. Los hijos son guiados por el Espíritu de Dios ( Rom. 8:14 ); “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios”. Habiendo sido traídos al estado de filiación (más en el versículo 15) no nos quedamos para seguir nuestros propios pensamientos y nuestra propia sabiduría. El mismo Espíritu de Dios que mora en nosotros se ha comprometido a conducirnos y guiarnos a través de este sendero del desierto. La filiación combina la inteligencia de los “amigos” (Juan 15:15) y el afecto de los “hijos” (1 Juan 3: 1), pero también incluye el pensamiento de una dignidad especial que pertenece solo a los hijos.